La Iglesia no desempeña fatalmente una función conservadora (marxismo ortodoxo); por su ideario y orígenes (la memoria peligrosa y subversiva de Jesús de Nazaret crucificado bajo Poncio Pilato) es más bien revolucionaria. Por eso depende de determinadas condiciones y de su propia situación interna. Dado algún grado de ruptura en el bloque histórico, la Iglesia puede asumir un cierto papel al lado de las clases oprimidas en sus luchas contra la dominación, especialmente entre aquellos grupos sociales que se orientan según una visión religiosa del mundo, como es el caso de nuestro pueblo latino-americano. Estos grupos tienden a crear una “estrategia de liberación”, comenzando por elaborar una visión independiente y alternativa del mundo, contrapuesta a la de las clases hegemónicas. Esta condición previa es indispensable para crear las condiciones objetivas de transformación de su existencia oprimida. Si quiere leer más haga click
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